Recogiendo las ideas de los detractores del TDAH revisadas en la Parte 1, y respondiendo a la elevada prevalencia de este trastorno, nos podríamos preguntar: ¿hay de por medio intereses económicos de las Empresas Farmacéuticas y/o un ánimo de patologizar la normalidad?
Un excelente artículo de investigación de Francisco Balbuena Rivera, profundiza en las posibles causas de la elevada prevalencia de este Trastorno. Sin embargo, y más allá de establecer las causas de la elevada prevalencia, creo importante volver a la definición misma de TDAH, y cuestionarla desde adentro en esta Segunda Parte.
TDAH ¿un síntoma de algo más? Diagnóstico diferencial
Llama la
atención que en el manual DSM-IV-TR (desconozco si hay cambios en la versión
DSM-V), se indica que debe distinguirse
el Trastorno de Déficit Atencional de una sintomatología de desatención cuando
hay “ambientes académicamente poco estimulantes”, o cuando hay comportamientos de “niños
pertenecientes a ambientes inadecuados, desorganizados o caóticos” (pg 104),
entre otras. Entonces surgen las preguntas: ¿No son los establecimientos
educacionales ambientes académicamente poco estimulantes para los niños de hoy
en día?, ¿Acaso no vivimos en una sociedad que se ha vuelto desorganizada y
caótica?
Si la
respuesta a estas preguntas fuera afirmativa, entonces difícilmente se podría
diagnosticar el TDAH, ya que según el mismo DSM estas condiciones de educación
y de vida estarían causando los síntomas de desatención y no un trastorno
propio de cada niño.
Personalmente,
pienso en la desatención y la
hiperactividad como síntomas de algo más y no como un trastorno; síntomas
gatillados por: niños cada vez más inteligentes; establecimientos educacionales
que no han cambiado de fondo, sólo de forma; sobreexposición a pantallas;
bombardeo de estímulos; velocidad de la vida cotidiana; y sedentarismo.
Hay quienes
podrían refutar lo anterior y defender al TDAH citando investigaciones, como la
siguiente: “Hay estudios de imágenes médicas que sugieren
que el cerebro de los niños con ADHD es diferente de aquéllos que no lo tienen”
(U.S.
Department of Health & Human Services). Pero, retomando la idea
anterior, vale la pena preguntarse si es realmente un cerebro distinto o si el
funcionar de éste es sólo un reflejo de las prácticas (como el exceso de
pantallas, la velocidad de la vida, el nivel de inteligencia, etc.) que podrían
estar determinándolo de cierta manera.
Más allá del Panorama Pesimista, Buscando Soluciones
Exista o no
el TDAH, hay algo que juega a nuestro favor. En la actualidad se conoce mucho
más acerca del cerebro, siendo un gran descubrimiento su plasticidad. Esta
característica nos permite, entre otras cosas, mejorar nuestra capacidad de
atención-concentración, mediante entrenamiento
atencional, y un cambio en nuestras costumbres
poco saludables en términos de consumo de tecnología.
Además,
podríamos incrementar la actividad física y el tiempo de juego diario de los
niños, y así quizá -al contrarrestar el sedentarismo- podríamos disminuir el
síntoma de hiperactividad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario