Tras dos intentos fallidos de educar a nuestros hijos en colegios con pedagogía Waldorf, a mediados del año 2019 retomamos el Homeschooling, pero esta vez nos atrevimos con los dos niños en casa.
No entraré en detalles acerca de los defectos y dificultades
inherentes a la pedagogía Waldorf, pues cada uno puede buscar en internet las
críticas a dicha pedagogía. Pero sí les contaré que en Agosto de 2019, cuando
retomé las clases con mi hijo mayor (que había sido educado desde Kinder en
Homeschool, excepto el primer semestre de este año), estaba muy atrasado con
las materias correspondientes a su año académico e incluso no teníamos muchas
esperanzas de aprobar el examen libre a fin de año.
Retomar el Homeschooling fue una tranquilidad para
nosotros: no más viajes diarios; despertar sin madrugar; desayunar sin apuro;
elegir qué estudiamos y de la manera en que lo hacemos…
Pero esos no son todos los beneficios, sobre todo
agradecemos el tiempo libre que esta modalidad
de estudio nos regala. Mis hijos pueden jugar varias horas cada día, y leer los
libros que deseen (¡sí, son muy buenos lectores!). Y si les hablas de algún
tema siempre te miran muy atentos y asombrados de la nueva información que
obtuvieron. ¡Me hace feliz ver que nunca les falta la motivación
por seguir aprendiendo!
No puedo asegurar que el Homeschooling sea mejor opción que
cualquier otro colegio, quisiera creer que hay un colegio que supere a la
educación en el hogar, pero aún no lo conozco.