martes, 13 de septiembre de 2016

Qué hacer cuando nuestros hijos tienen una “crisis” de baja tolerancia a la frustración




Siempre escuchamos cómo prevenir la baja tolerancia a la frustración en niños, pero ¿qué podemos hacer cuando entran en una “crisis” de frustración? Cuando técnicas como “contar hasta 10” o “respirar profundamente” no parecen dar resultado, ni sintonizar con la realidad de los niños, es tiempo de probar estrategias alternativas para calmar el origen de esta emoción. 


La baja tolerancia a la frustración es un tema de interés para la educación; a veces puede impedir a los niños realizar las tareas académicas correctamente, a algunos quizá les resultará difícil volver a intentar aprender algo que no les resultó positivamente al primer intento. La clave está en nuestras reacciones como padres, ya que con nuestras actitudes y estrategias podemos ayudarles a nuestros hijos a enfrentar y solucionar una “crisis” de frustración.

Para lograr esto es importante no mostrarse desesperado por solucionar la reacción de frustración de los niños, pero escucharlos. Junto a lo anterior, no debemos dar importancia a los errores, sino tomarlos como una instancia de aprendizaje, como una oportunidad para mejorar. 

Para llevar a la práctica la idea anterior, me gusta hacerle la pregunta a mi hijo “¿Cuántas oportunidades te quieres dar para aprender esto?” entonces le permito hacerse cargo de lo que le sucede, y generalmente reacciona calmándose y generando consigo mismo un compromiso para seguirlo intentando hasta tener éxito.

También me gusta mucho para alentar a mi hijo, usar la expresión llena de oportunidades “Inténtalo y veamos que sucede…” que aprendí de Egidio Levi en un curso de Potenciación Creativa. Ésta siempre me ha dado buenos resultados, probablemente porque deja abierta la oportunidad de equivocarse sin ser eso algo negativo.

 Podemos aprovechar además de expresar a nuestros hijos las expectativas que tenemos acerca de su rendimiento, aclarando que no esperamos que tengan buenos resultados inmediatamente, que es normal no saber las cosas que están aprendiendo, ya que ese es el motivo mismo por el cual estudian y practican: aprender algo nuevo, algo desconocido que costará esfuerzo y trabajo comprender.  


Tenemos una difícil misión para con nuestros hijos, en nuestra cultura exitista y competitiva y esa es la de transmitirles el aprendizaje en todo orden de cosas (no sólo académico) como un juego que cada persona juega por separado, comparándose consigo misma y no con los demás, donde los errores y las caídas son oportunidades necesarias para avanzar más rápido y descubrir una forma de mejorar; que no importa ser perfectos, porque ahí termina el juego, sino de dar lo mejor de uno mismo para superarse cada día más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario